JESÚS
SANOJA
HERNÁNDEZ
PROYECTO didáctico
DE DIFUSIÓN DE ARCHIVO
Tabla Redonda N°9
(Mayo 1963)
"De prisa"/ "Los otros herederos"/ "Una razón".
"El entierro".
"La criba del diablo".
"Poder revolucionario de la poesía".
"Sobre la violencia".
"Hasta entonces".
"A un actor".
"Simón el malo".
"Negros y representativos".
"Cecil… Sangre… Dios"/"Pequeño animal aterrado".
Acosta Bello, Arnaldo. "De prisa"
El corazón está en su sitio bamboleándose en la cresta
[de sangre
nada cuesta tentarlo, allí, donde todos saben
pero estos días de pared a pared como un condenado
sorbiendo el poco amor con labios ácidos
el cielo visto a toda furia y diciendo
lo hermoso de estar aquí siempre para testimoniar
[el horror
y damos con la piedra en los dientes si mentimos
buscando entre brasas un anillo para la boda del
[guerrero
ángel tigre que se lame la carne fulminada a tiros,
¡no hay piedad!
el corazón es un blanco y es preciso agazaparlo entre
[hojas,
esconderlo en montañas, fundirlo, hacerlo chispas
como la boca de un horno aventado con rabia.
Mejor mírame porque hoy tengo cara de cantar a
[golpes,
de prisa, sin el violín de otros días
donde las horas olían a mandarina y un bosque de
[doncellas
viajaba en el cuello del toro.
¡Hoy no,
prefiero tocar las columnas, las hojas del capitel,
entrar como ustedes a los museos,
mirar el puente por donde ella escapó,
elogiar las nuevas hazañas, no resisto!
Confieso ahora mismo la urgencia de este acto y
escapo en seguida, francotirador, pero dejadme
[entrar
como pueda, a cualquier precio, a costa de mi vida,
orientándome por los astros o por vosotros,
con la lengua, con el olfato, con los sentidos que he
[puesto en otras cosas,
cambiando una esquina por una azotea (ellos tam-
[bién pueden morir)
abriendo cuando pueda otras baladas, algo que os
[guste,
olvidado y traído de nuevo, o inventado de prisa
¡no importa!
¡el huracán abre las ventanas!
Acosta Bello, Arnaldo. "Los otros herederos"
Canache Mata, una voz no oída como poeta, un escritor escasamente leído, se apoya con gran pereza en tres poetas soviéticos para atacar al marxismo venezolano. Atribuyéndole a Etuvshenko una gran incertidumbre, a la muerte de Stalin, lo hace llorar en el velorio mientras lanza esta inquietante pregunta: “¿Y ahora qué?, y dice que es en Etuvshenko, más que en Pravda, donde “mejor palpita la crisis interna que cuartea y estremece al comunismo en esta hora del mundo”.
Dos falacias en una. Algo muy de moda dentro de los políticos de su partido.
A él no le interesa hablar de los poetas soviéticos, es más, no sabe cómo hacerlo, porque el conocimiento que tiene de ellos lo ha tomado prestado de algunas revistas de Occidente que han producido noticias tumores sobre el joven creador. Y al hablar de la crisis, no dice dónde está, pero sigue hablando de escri- tores, pintores y escultores, alabando el alto y nuevo estilo del arte en la URSS ¿para demostrar qué?; asómbrense: que Gumersindo Rodríguez es "una de las inteligencias más claras y uno de los valores más sólidos de la nueva generación venezolana". Y para decir que a los comunistas venezolanos, en virtud de no sabemos cuál derrota, les ha llegado la hora de preguntarse: ¿y ahora qué? O sea, la rectificación por la cual suspiran los otros herederos, los herederos de Muñoz Marín.
Pero lo que ignora CCM es que otro de los poetas que él menciona, Andrei Vosnesienski, ha dicho: “el comunismo llega a través del corazón. Y el corazón pertenece a la poesía”. Y es Etuvshenko quien habla del gran viento del siglo XX, que aventa y borra de la tierra el colonialismo.
Nos sentimos parte de ese gran viento y lo que angustia a Canache Mata es su dimensión, su peso de hierba, la conciencia de que algún día será barrido.
Acosta Bello, Arnaldo. "Una razón"
Una razón puede convertirse en causa. No consideramos aquí razones apremiantes y endocrinas que nos convierten en fenómeno físico y en semidecapitados. El volcán se arroja contra la ciudad y esto no es una conducta. No quiero pedir de antemano clemencia para nuestra parte más explosiva. Quiero decir, que sobre nosotros (el término es demasiado amplio), se ha desencadenado una violencia que disloca todos los planos del existir. Existimos, desde luego, sufriendo las presiones, y éstas son conducidas para llevar a término una obra devastadora. El hecho de que esas presiones se dirijan contra sectores que son fuerza, plantea de inmediato el choque. Estamos en guerra. Esto hay que reconocerlo. Los muertos son los muertos del conflicto y los sucesos son típicos de la actual situación nacional, caracterizada por la hazaña, el valor, la determinación, la capacidad de no dejarse exterminar.
Esta capacidad se desarrolla ilimitadamente cuando se despliega frente a un enemigo vasto en recursos materiales, astuto, mentiroso, impío, cruel, asesino y bajo hasta el fondo de la expresión.
El desarrollo de esta lucha desigual ofrece una gran variedad de sorpresas, producto de una estrategia plástica, proteica en su forma, única en el contenido y que ampliará cada vez más las posibilidades hasta abrigarnos contra la agresión, incorporar el avío necesario y finalmente conducirnos al triunfo.
En la vida de todos los pueblos jóvenes y dueños de su historia se presentan estos momentos, cuando, decididos a consumir la dosis de libertad necesaria a su espíritu, se lanzan a conquistarla por todos los caminos. Una vez, inscrita en data reciente, salimos al encuentro de nuestro destino. La parte más voluminosa de nuestra historia, es, como dice Caballero, un gheiser de sangre. Cuando no, el dominio de una voluntad espesa y sombría donde el tintineo de espuelas era el anuncio de un coronel dispuesto a despellejarnos. El enemigo sabe reacomodarse. Parte de la excrecencia de todos los tiempos viste hoy un ropaje de no sabemos qué democracia. Pero el tufo de muerte apesta y es inútil la propaganda que se arroja encima de todos.
Esta propaganda reduce el problema a la desesperación de unos cuantos desadaptados, a la falta de sentido del límite y al flujo de una ideología esotérica, siendo como es, que una arbitrarla clasificación de ciudadanos en categorías absurdas, instituye la noción básica de luchar, cuando menos, al ras del viejo aforismo: "los últimos serán los primeros".
Autor desconocido. "El entierro"
Es la ceremonia más difícil de ejecutar.
Hamlet decía que la sepultura era para los muertos, no para los vivos.
Algunas tribus colocan alimentos y joyas ante el cadáver.
Los cristianos ponen flores, rezan, levantan la cruz.
Pero hay muertos nuestros con otros signos, que luego de 1era sepultura permanecerán vivos — hoy, tras dos años, tras un año, lo están — y que han oído poco antes de caer el himno, el susurro de la victoria ya en trance de culminar.
Cuando enterramos a Coba Casas, un símbolo de Cuba no pervertida, fue una larga y tumultuosa manifestación, con cantos revolucionarios, que atravesó viejas calles caraqueñas, pasó por La Charneca y llegó, bajo un juramento en parte cumplido, al cementerio.
Cuando sepultamos a Livia[27], desde la gloriosa Universidad salía un gran grito ratificador. Tal como somos, cantaba la multitud, así hemos de morir. Así murió Livia, pero no en vano, no entre rosas mustias, sino entre proezas, polémica, operaciones. Y por la "Operación Livia Gouverneur", cinco muchachos purgan el pecado, pagan el delito de ser patriotas, de poseer duras rodillas que no se doblegan.
En un día para todos los caídos, volvimos al sitio de los que para nosotros no habían desaparecido. Recordamos a Coba Casas y a Livia, y también a Montesinos el espigado, a Rudas el que cayó diciendo "¡Viva Cuba!", y a otros. Como a otros habremos de alzarlos en la memoria cuando venga la era que estamos forjando.
No hace poco, tres héroes fueron inhumados. Son, no fueron, Augusto, Cheché y Crisanto. Venían de las sierras donde el plomo asesino les cobró su fe en la Patria, en nosotros. Esta vez no estuvimos, y nos duele esta falta de compañía en el momento. ¡Pero estaremos! La falla de un momento no implica un olvido. Al contrario, nos aviva, y hoy o mañana, unos callados, otros con la promesa jurada que a cada paso cumplen, estaremos.
Por todo nuestros héroes — no son víctimas quienes así pelean — debemos hacer un lugar intocado en nuestro corazón. Ese sitio elegido será de júbilo el día triunfal y de memoria para aquellos que, todavía vivos, siempre vivos, están en la sepultura.
Difícil es el entierro, mas el enemigo tendrá, también, el suyo.
Autor desconocido[28]. "La criba del diablo"
Los elementos de la violencia. Mesa de cirujano, sin miedo al descuartizamiento, fue aquélla donde se reunieron "Critica Contemporánea", “Sardio", "Tabla Redonda" y "El Techo de la Ballena". El público presenció por una vez — no se diga por primera vez— entre tantas consagradas a la loa y al lenguaje académico, una reunión de combate, con desnudas verdades de grupo literario, de generación y de personas. Pudo existir alguien temeroso del box, pero en la mesa de cirugía se demostró que operar no es matar al paciente. Quienes pedían literatura de violencia, pudieron ver con luz de sus ojos los primeros materiales vivos, orgánicos, de la violencia, expuestos en categorías reales y no de museo.
¿Poesía vidente o presente? En el teatro japonés existe una obra donde las gentiles damas juegan a los naipes-poemas, especie de adivinanza del destino a través del texto lírico. Con la "Canción del soldado justo", Valera Mora nos da la videncia a través de la realidad, fórmula inversa. Aquí la cábala es lo presente, ¿y qué es lo presente? Pues lucha de clases, fusil airado, las manifestaciones y el por qué diablos ponerse uno a llorar. Poemario todavía imperfecto, goza de la perfección cruda y palpitante.
Porcentaje hasta para lo heroico. Este mundo no es matemático, pitagórico, inobjetable. Pero sí es estadístico. La muerte y el divorcio, el corazón sublevado y el hambre se miden en porcentajes sobre un total variable, no abso- luto. Así, en la revista "Polonia" han sido registrados porcentualmente los ideales vitales de la juventud polaca; la jerarquía de valores ha dado un 28,1 por ciento a favor del saber, un 12,0 por la belleza y un 10,7 por el acto heroico. Puede predecirse que si en Venezuela se levantase una encuesta similar, el acto heroico (con mensaje, sentido revolucionario) ocuparía el más alto porcentaje entre los valores de la juventud. Diferentes realidades producen diferentes ideales.
¿Opinan las antologías? El profesor Díaz Seijas, autor de breviarios y antologías y de nada más, se introdujo en la página cuarta de "El Nacional" para opinar sobre la violencia, el caos y la perdición de la juventud. A una ma- durez burocrática y sin latido, prefiere el pueblo una "nueva generación" creadora. Además, la vida no puede dejar que la aprisione una antología. Cóbrense, de todos modos, los cien bolívares en la caja.
El rigor numérico. En el principio fue el 244 (explicamos: artículo constitucional manejado ilegalmente para meter en prisión a setecientos venezolanos). Luego fue el 119 (ubicamos: decreto perezjimenista para cortarle la cabeza a la oposición). El tercer tramo de la escalera, es el número 66, doble seis contra pensamiento, embarradura de la libertad de expresión, navajazo representativo. Mediante la reversión del 66 — porque el 66 es o debería ser "garantía de expresarse libremente" — las gentes de Ministerio permiten que Liscano hable de sus "viscerales odios" contra Fidel y que "La República" reparta premios y castigos a quien se le antoje, pero prohíbe terminantemente que se aluda a la "paz guerrera" del gobierno. Montaron la pistola y ahora tiemblan ante la detonación.
Pensamiento puro, palabras impuras. Por crónica social — ¡lástima de país! — pudo enterarse el ausente de la discusión ateneística sobre Hamlet, el de mucho pensar y poco actuar. Sépase que le tocó, sin embargo el turno a la "ac- ción", a la polémica pugilística. Con lo que viene a memoria aquella discusión en México acerca de si la "poesía moderna" era o no comunicativa, dilema que se resolvió en zafarrancho verbal. Y es que entre los pliegues del pensamiento late la palabra, y bajo el fondo de la pureza yace la necesaria impureza de la vida. Reflexión y acción, a veces, son una misma cosa.
Que se queden limpios de culpa. Al señor consejero: si queremos ensuciarnos, es cosa nuestra. Váyase a París con sus manos limpias. Pero los muertos son nuestros, y los cantaremos. Los presos nos duelen, y gozaremos un día su libertad. Váyase. Como Galilei este dogma casi nos pertenece: “Las manos, mejor manchadas que vacías. Suena a realismo. Suena a mí. Nueva ciencia, nueva ética”. Y añadimos, mejor manchadas que limpias, porque para la contaminación popular no hay detergentes en el mercado.
Autor desconocido. "Poder revolucionario de la poesía"
En épocas de oscuridad política el escritor se convierte prácticamente en deber, en obligación. Encender un fósforo en la bocacalle, agitar el punto luminoso para que sirva de llamada, ésa, más o menos y según el poder de convicción y de convencimiento, es la tarea del intelectual en la etapa dificultosa de la censura inquisitorial y el lápiz rojo, de la ráfaga cruenta y el crimen en cuya comisión solo cuenta la voluntad matarife de un régimen.
Hubo un año, tal vez dos, en nuestro país, de cuerpo flexible para la obra literaria, con ojos restregados por el exceso de luz y con esa puerca esperanza de terreno conquistado casi por azar o magia, pero sin armas ni hombres armados con que sostener la ganancia. Esos años — 1958-59 — pudieron lloviznar suavemente sobre la poesía o la pintura y forjar la ilusión de algo perfectamente construido gracias a las buenas influencias de turno, a las traducciones novedosas y a las exposiciones triunfales. Que el tema fuese gallo o flor, besuqueo de alcoba o amor eterno, neurosis o ciudades hermosas, no era determinante.
¿Por qué?
Porque el país no olía a muerte.
Porque, por ello mismo, la responsabilidad de crear era una especie de donación particular del artista a su obra.
Porque correr, esconderse, oprimirse el pecho ensangrentado por un balazo, realizar actos heroicos condenables por liberales en oficio electoral; porque dejarse matar o matar, ir a la cárcel con toda pertenencia a cuestas, desde el papel rasguñado hasta el hijo o el hermano, no constituían dilema.
Pero ahora, en estos momentos y de modo ineludible, si hay dilema.
O somos cónsules que huimos a Europa para contemplar las deficiencias de un pueblo macho pero humillado, o somos lo que nos obligan a ser, un oficio, una batalla, una perfección desordenada.
O escribimos según libros canónicos cuyo esquema es agradar y acusar la Influencia próxima y loable, o escribimos a raya y tinta, de vez en cuando o cada día, pero acosados por nombrar las cosas por su nombre.
Cuando a la gente de uno y a uno mismo se le inhabilita, cuando las salidas están obturadas por el torquemadismo cochino, cuando libertad de expresión y dignidad humana no valen ni el centavo que está fuera de circulación, ¿qué nos queda, elogiar el mar batiente y siempre renovado o poner el dedo sobre lo purulento? ¿Defender la plegaria y el ruego, o abrir caminos así nos llamen serviciales o servicialistas, útiles o utilitarios, prácticos o pragmáticos, políticos o politizantes?
Las puertas están abiertas y quien quiera entrar a la casa de la verdad, que entre y corra el riesgo de buscarla, empresa nada fácil.
Y quien quiera cerrarlas, que las cierre y se quede con su ñinga de conciencia escarnecida, con su orgullo de escritor intocado o de pintor solicitado por todos, sin el asco y sin el amor de nadie, mas con el interés de lo rigurosa- mente cotizado y no prohibido.
Desde luego, y para desguarnecer las prevenciones, tal dilema, como todo lo que es alternativo y dramático, no significa un plan de reeducación a la vez que gratuito, obligatorio. Nadie, ni en este cruce por la oscuridad ni en el gozne de luz futura, está obligado a escribir como otros manden o como la imperiosa necesidad fuerza a hacerlo a determinados grupos o sectores por vastos que ellos sean, por poseídos de la verdad que estén, por glorificados que parezcan en su nueva fe.
Pero en el dilema se está — repetimos — y se acampa en una orilla o en la otra, necesariamente opuesta. Escogemos las tierras de pastoreo, al son de flautas y vientos rumorosos, o elegimos esta maldita batalla de cada día, cien veces mejor que la nada, infinitamente superior al silencio.
En la poesía joven ciertos pasos podrían dejar huellas. Aray, Ovalles, Guédez, Calzadilla — las citas obedecen a obras publicadas últimamente —, están tratando de ajustar las palabras a los hechos, de ejercer un poder poético fáctico, temporal y. afortunadamente, sucio, contaminado. No se cometa la demagogia de afirmar que aquí comienza la historia, que lo publicado, por publicado, está bien, y por ser obra de gente nuestra, mejor. No. Los dilemas, el compromiso provisional pero sentido, la verdad de todo tipo, histórica, personal, estética, no son compatibles con el visto bueno gozoso.
¡Nada de aprobación incondicional! Búsqueda, riesgo, tanteo, fuerza direccional, inclemencia dentro de la clemencia. Pero no demagogia.
En esta provisionalidad necesaria de la poesía, la prosa la pintura; en estos días de osamentas y sangre bullente de universidades pateadas y constituciones hipeantes, de la proclamación de todas las formas de lucha, sirvan también como ejemplo de riqueza y novedad de espíritu, la crítica y la polémica.
No por cantar a Livia y al fusil, valdrá la poesía, del mismo modo que no dejará de valer por elogiar cierto amor ciertos cielos azules. Pero en el intento de cantar — y éste es el obsequio que le hacemos a los provisionales y comprometidos — a Livia y al fusil, no seremos nosotros quienes veremos pecado, y si la manera de entonar y denunciar y recordar es auténtico, por tal autenticidad quebraremos lanzas.
Esta es una proposición. Para demostrar la tesis, habrá que zambullirse en ella.
Autor desconocido. "Sobre la violencia"
En los comienzos del proceso electoral, la cuestión de la violencia se ha insertado en el debate político como tema central. En el mundo legal, la violencia se ha apoderado de las columnas de prensa, de los programas de radio y televisión, de la propaganda electoral. Por una vez, los venezolanos hemos encontrado un lenguaje común para expresarnos en la legalidad: el generoso lenguaje del pacifismo. Desde los voceros de las altas finanzas hasta los dirigentes de un primero de mayo domesticado por aquellas, los hombres a quienes el gobierno todavía permite expresarse públicamente reclaman el "cese de la violencia", el "retorno a la legalidad". Al leer nuestra prensa se nos ocurriría —por cínico que esto pueda parecer— que nuestro país vive los días de Dien Bien Phu, o los días que precedieron las negociaciones franco-argelinas.
Pero sucede que cada grupo, cada partido, cada "sector", acompaña esta verbal cruzada de pacificación con una actividad real muy distinta. Para el gobierno, se trata de una paz acompañadas con plomo, allanamientos y tortura para los señores del AVI, una paz donde florezcan los dividendos y aumenten las migajas que los imperialistas dan a sus socios nacionales; para otros, la paz y el candidato de partido son inseparables. Y hay incluso ese señor Liscano, para quien la paz seguramente debe acompañarse de todos esos atributos: plomo, torturas, dividendos y hasta candidato oficialista.
¡Un lenguaje de unión y de beata paz para la polémica y una praxis política de división y lucha abierta! ¿Nos hemos convertido acaso en un pueblo de hipócritas? Lo que sucede, creemos nosotros, no tiene otra explicación que la contradicción entre la realidad de nuestro país y esa fórmula dilemática en que pretende encerrarse esa realidad: violencia o pacificación. Cuando hablamos en un nivel teórico nos es fácil manejar los más diversos conceptos abstractos; cuando vamos a la práctica, los hechos nos imponen su realidad y distorsionan nuestros conceptos. Venezuela no es, como pretenden el Ministro Pérez y su traductor Taylor, un pueblo con específica vocación de violencia. (Piénsese en la historia de Nicaragua, Colombia, Laos, Turquía, Argelia, Irak, etc., para no hablar sino de pueblos en un estado de subdesarrollo semejante al nuestro). Lo determinante en nuestra vida política no ha sido jamás la lucha entre la democracia y la dictadura, entre la paz y el terror, entre la convivencia de clases y la guerra civil. Estos falsos contrarios solo han existido en la cabeza de los teóricos como conceptos puros, como categorías abstractas. En la realidad social, las situaciones de lucha armada o de convivencia de grupos en el seno de cada sociedad, obedecen a mediaciones concretas; situación histórica, dependencia económica, desnivel entre las clases sociales. La violencia o la paz, o son el producto de situaciones concretas o constituyen un mero juego especulativo, una irresponsable diversión.
¡Y es difícil creer en un juego que dure ya dos años! Pero no se trata solo de esto. En un país como Venezuela nadie puede ignorar cuál es el origen real de la violencia. Ignorar esto significa ignorarnos como sociedad, pues para nosotros la violencia es el humus en donde hemos construido toda la estructura social: instituciones, leyes, ideologías, etc. Y en esta concreta situación social es en donde radica nuestra particularidad como pueblo, y no en alguna neurosis colectiva, en una vocación al terrorismo, o en nuestra condición de "perro a quien acaban de liberar de su cadena" —para hablar el lenguaje de nuestro Ministro Pérez—.
Nuestros rasgos específicos, nuestra fisonomía como pueblo: el país donde los americanos tienen más capitales invertidos; el país donde los americanos tienen más hombres establecidos; el país donde los americanos controlan mayor número de sectores de producción; el país que a los americanos proporciona mayores beneficios; el país que más rápidamente podría superar su situación de subdesarrollo, a condición que los americanos cesaran de saquearnos y respetaran nuestra economía; el país de una de las economías más desarticuladas e irracionales del mundo: en todos los anuarios económicos aparecemos a la cabeza en la producción de cuatro o cinco artículos (además del petróleo y del hierro, tenemos el honor de producir mucha cerveza, ron y tabaco) y a la cola de casi todos los otros; el país, junto con México y algunos del Medio-Oriente de mayor desnivel de clases: una burguesía a la altura del Country Club, un proletariado a la altura de La Charneca, un sueldo de ministro de dieciséis mil bolívares, un sueldo de obrero del MOP de 8 bolívares diarios.
Esas son para nosotros las mediaciones reales de la violencia. Es en torno a ellas, por ellas, dentro de ellas que se juega nuestro destino. No en torno a do conceptos abstractos.
Poco importa que en este humus de violencia crezca por un período una planta exótica: el conformismo, la sumisión, el respeto al poderoso. La realidad impone a la larga sus derechos: se puede convencer por cierto tiempo a millones de hombres que su objetivo se encierra, por ejemplo, entre dos formas de gobierno: la dictadura o la democracia representativa. Cuando esos millones toman conciencia de que la satisfacción de sus necesidades está más allá de esas formas de gobierno, de que el pan, el techo y el trabajo solo se conquistan en la lucha, no hay dilemas, ni éste de las formas de gobierno ni aquel de "violencia o pacificación", que los detenga.
Cadenas, Rafael. "Hasta entonces"
Hace algún tiempo solía dividirme en innumerables personas. Fui sucesivamente, y sin que una cosa estorbara a la otra, santo, viajero, mercader.
Para complacer a los otros y a mí he conservado una imagen doble. He estado aquí y en otros lugares. He criado sombras enfermizas.
Cada vez que tenía un momento de reposo acudían las imágenes de mis transformaciones, llevándome al aislamiento. La multiplicidad se lanzaba contra mí. Yo la conjuraba.
Era el desfile de los habitantes desunidos, las sombras de ninguna región.
Ocurría al final que las cosas no eran lo que yo había creído.
Sobre todo, me ha faltado entre los espectros aquel que camina sin yo verlo.
Tal vez el secreto de lo apacible esté allí entre líneas como un esplendor innominado. Y mi soberbia injustificada ceda el paso a una gran paz, una alegría sobria, una rectitud inmediata. Hasta entonces.
Guédez, Jesús Enrique. "A un actor"
Hamlet: “Los actos criminales surgirán a la vista de los hombres, aunque los sepulte toda la tierra.”
I
Estaba jurado que se construiría un canal para la irrigación.
La agricultura no importa mientras se pueda trasoñar la semilla.
Un campesino, mordiendo el acre jengibre, oyó el cuento desde
el rancho y miró el ave agorera de las cosechas.
El pajarraco graznando guá guá guá.
A la sombra del árbol el propagandista del gobierno se soplaba
El prepucio escaldado.
II
Norte. La cruz de los filos herraba o jóvenes sudorosos.
Sur. Atraillados por los nuevos verdugos descendían por hondonadas.
Este. Cargaban bestias con vituallas al atardecer para morir en la
hora crepuscular de la noche.
Oeste. El correo y la mula de la Nación abrevaron juntos por última
vez en el río sepulcral.
III
Oswaldo, mi amigo actor de teatro entró con capa, luciente espada
y chambergo cortés a rendir ofrendas de amor a Roxana de ojos negros.
El farolillo del artista de papel inflamable. Un mortero del gobierno
deja sin astros la noche del encuentro.
¡Oh iluminado corazón!
Izaguirre, Enrique. "Simón el malo"
Sin compartir la opinión apresurada de Chalbaud respecto del autor Cabrujas, consideramos merecedora de un comentario la obra montada por el T.A.C., "El Extraño Viaje de Simón el Malo". Por varias razones: porque es una buena pieza, porque se ha hecho un buen montaje y porque forma parte de otro magnífico impulso heroico a la actividad teatral venezolana.
La obra, desarrollada en un ambiente de circo, da la anécdota al espectador por medio de tres payasos que se constituyen en personajes y actores de la misma trama, llegando a ser (¡esto, sí!) una de entre las principales piezas creadas por el nuevo teatro venezolano. Tiene buenos méritos técnicos y literarios: diálogos frescos hechos con una precisa sintaxis que alcanza la ilusión de lo espontáneo; anécdota ágilmente distribuida en los actos y subtiempos escénicos; tesis bien intercalada y con seguridad ideológica, muy consciente el autor de la tesis misma y de los instrumentos de trabajo teatral de que dispone.
Claro que esta opinión está estrictamente referida a "lo que fue" esta pieza teatral y no a "lo que debió ser". Porque al colocarnos en el nivel de la apreciación del "deber ser" se nos ocurren algunas ideas distintas: por ejemplo, excesivamente larga y recargada de escenas a partir del final del segundo acto; un poco desdibujado el carácter de Simón (quien da título a la obra) hasta el punto de ser un simple esquema de personaje, y más simple hasta lo imperceptible "la esposa". Si Simón es la víctima, (y más todavía: la víctima consciente del mal ambiental) requiere y se justifica más profundidad en sus pensamientos y menos ligereza en su conducta; en el caso de que esto no cupiese en él porque "es un ingenuo" (como alguien podría pensar), tampoco, entonces, esa ingenuidad se ha logrado comunicar integralmente a la platea. Ambos personajes, como decía un espectador amigo, no crecen. Es decir, no trascienden más allá de la anécdota.
Del montaje en sí mismo diría: no comparto el concepto leído en alguna crítica publicada que aminora la actuación de Gianfranco Incerpi, quien si en verdad se mueve entre dos maravillosas actuaciones (Rafael Briceño y Manuel Poblette), y esto ya es desventajoso para él, sin embargo logra una meritoria dignidad artística completando a cabalidad el triángulo feliz en la realización de los tres payasos.
Por lo demás, Eduardo Mancera, el director, se ha revelado con dotes que hacen pensar en condiciones especiales. Si la cizaña teatral —lamentablemente abundosa— pudiera alegar que contaba con un excelente grupo de actores, ello no impedirá reconocer que hubo ideas escénicas brillantes y que personalmente el director ha dejado ver su propia creación.
Lunar, Álvaro. "Negros y representativos"
Desde las miradas
cactus
de los carceleros
vuelan los zamuros
negros
y representativos:
¡tan poético es posar!
posados en el cañón
de las ametralladoras
de los carceleros,
contienen gritos
de excitación,
dánse un festín
de derechos humanos
los ojos de San Carlos:
¡tan poético es volar!
por una grieta,
la mañana, el sol,
testigo insobornable,
mira, ve
el día de visitas,
agita la cabeza
con aprensión
no es poético
agitar la cabeza
con aprensión.
Por accidente
será
por accidente
representativo
será que
la ráfaga se va
y lleva los zamuros
a picar
el corazón
de las madres
y los hijos
custodiados
por los derechos humanos
en marzo-abril de 1963,
cuando las flores
abren
solo para la vida.
desde las miradas
cactus
vuelan los zamuros,
vuelan los ojos de San Carlos
su régimen de derecho,
¿ qué hace más un muerto y dos heridos
a la cuenta representativa?
pero, por una grieta,
mañana, el sol,
testigo insobornable,
muestra el puño
y dice:
¡poesía es
a la sangre con la sangre,
mariquito!
Caracas, 3 de abril de 1963
Nazoa, Claudia. "Cecil… Sangre… Dios"
Cecil. . . Sangre... Dios... Bestiario...
A veces vienen contra mi rostro nombres. . .
y aún otras veces una melodía, un violín o niños.
Y siempre una ola de odio, un golpe de odio en pleno
[pecho,
a plenos labios. Es cuando huyen con violencia fría
[los caballos.
¿Conoces tú el temor de incubar el vacío?
Por favor, ¡por favor! Sí, un alarido. Debo gritar a
[estas insólitas
cortezas retornar y abrir su almendra con larva de sed que
[espera convertirse
en animal noctívago.
Nazoa, Claudia. "Pequeño animal aterrado"
Un pequeño animal aterrado husmea levemente,
certeramente cercano al nudo de sombras.
¡Ay! la noche, el bosque
y el ánfora de plata llena de greda
y las hermosas cosas enterradas.
Caminas por un mundo de columnas, bajo la tierra
surge para llamarte un rio brusco, preso,
un coágulo espeso y lento.
Hacia donde vuelvas para escapar encontrarás
los senos muertos, la sandalia y su roce.
Salas, Irma. "Memorable"
Mi época memorable.
memorable el muchacho guerrillero, seductor.
Los excrementos de un poeta.
Todos mis absurdos con los de todos. . . perdón.
Me ha gustado ver una paloma volando
y ver cruzar el recuerdo de la cabellera de un sauce,
solamente apretó el recuerdo.
vuelvo. . . sigo. . . ando.
El polvo tierno de los cosas
la complejidad de aquello
sigo. . . camino en el autobús con olor a cobre,
asientos calientes y pegajosos.
¡Rica complicidad queda en ellos!
Memorable: conociendo
¡porque el sudor de mi pueblo es maravilloso!
los cascos, la fanfarronería y vulgaridad del fascismo
memorable. Les estoy cantando.
Seguir en mi como saboreando vigilia,
¡qué barbaridad! Esto lo nombro por recordar los haraganes,
ver la ciudad, la ciudad grande con hombres de trajes verdes
y aquella mujer con dos niños pidiendo auxilio.
Grito que se pierde en los pasos de gentes.
¡Memorable!
Picardía de aquellos duendes cuidando carros
y ¿"el abuelo blanca y el abuelo negro"?
Los hombres c. . . sádicos y coños.
más tarde conmemoraremos los mil o más golpes.
Mefistófeles funciona, naturalmente.
También es memorable. . .
Sanoja Hernández, Jesús. "Del Tamanaco a la TV"
El batir de alas no fue, en el aniversario del glorioso 23 de enero, perfecto, sincrónico. Mientras nuestro flamante ensayista y delegado ante la UNESCO tomaba “grape-fruit” en el Hotel Tamanaco, otro eximio representante de la cultura, Scott Nearing, con más de cincuenta libros escritos y ochenta años bien llevados, era expulsado del país. Y en tanto que el atildado intelectual de “Europa- América” condenaba con desenfado de diplomático profesional el “cimarronismo” desmelenado y alababa la Ley con mayúscula, el régimen mantenía el cerco policial en las universidades del país y disparada sin discreción carabinas y metralletas.
No fue, entonces, el batir de alas, este 23 de enero, algo acordado y puro.
Dirán algunos que TABLA REDONDA, en sus ocasionales salidas pero con impertinencia sostenida, siente como un placer colérico en atacar a Picón Salas. Pero no hay tal. Es que Picón Salas, también en sus ocasionales entradas al país y con no menos sostenida impertinencia, no deja de llevarse la mano a la frente pensativa para juzgar, senectute confectus, a esta desorientada juventud a la que, con fruición aliscanada, gusta de aplicarle toda la gama de la sinonimia del “pavismo”.
¿Qué ha afirmado nuestro exembajador en Bogotá, delegado a la UNESCO, jefe de la representación en México y seleccionado para Dirección del Instituto de Cultura?
1. El sometimiento a las leyes —con todo y cita Goethe—, la defensa, por medio de la Ley, del Estado Democrático.
No sabemos si nuestro pecado es la arbitrariedad al suponer que el ilustre merideño está pensando, allá en lo más hondo de su ser, en que el Ejecutivo, atenido a la Ley, debe defenderse de los “anarquizantes”. Por si eso fuera, sépase que desde Palacio ha provenido la amenaza de disolver la Cámara Baja; que las Asambleas Legislativas son desobedecidas a cada vuelta de camino por gobernadorcillos sin cultura; que el intento de invalidar a determinados parlamentarios es tanto como desconocer las elecciones que llevaron a Miraflores al Presidente; que el país, —ni un solo día escribimos— ha gozado de Constitución democrática, puesto que por dos años tuvimos el “mamotreto espurio”, luego las suspensiones intermitentes, en los entreactos el célebre decreto 120 y ahora el colitranco artículo 66, que la inmunidad, en este país, si es parlamentaria, resulta espectáculo circense para la jauría policial.
Esa es la Ley y, desgraciadamente, no ha servido para contener la anarquía, sino para incubarla. Es Ley cubierta de lodo y crimen.
2. La necesidad de una “revolución científica y técnica” en Venezuela.
Esto es libro nuevo para nosotros, lectores humildes pero concienzudos. De labios como los de Picón Salas estábamos habituados a oír jupiterinas frases contra el maquinismo que ahogaba la libertad del hombre, contra la selva mecánica y el demonio industrial que convertían la individualidad en pieza ínfima sin arbitrio, rumbo, universo emocional. Las citas eran frecuentes, desde “Tiempos Modernos” hasta el hombre pre-lógico y mágico, pasando por el impulso dionisíaco, el regreso a la Edad Media, lo axiológico y la alienación. Contra la razón, contra el burdo materialismo y la organización de la “sociedad moderna”, la brigada de intelectuales puros, anti-tecnológicos, lanzaba toda clase de dardos. Y ahora… ¿ahora qué? Nada menos que Picón Salas, en un cuarto de conversión realmente sorprendente, con un profetismo ya en desuso, nos augura la realidad del siglo vigésimo-primero donde el centro de la vida será la ciencia y la técnica. Sumándose a Burham y la “revolución editorial”, a los sociólogos que establecen coincidencia entre EE.UU y la URSS por el hecho de que ambas ofician en los “altares del maquinismo” y la tecnología. Picón Salas le pide a la desmelenada juventud que se deje de política y tácticas, que no sea pura excitación, y que se prepare en medio de absorbente estudio.
Pero nada hace una generación nueva, ni una vieja, ni la que venga después, con técnicos en medio de la miseria y con una ciencia no dirigida, sino importada para bienestar de los administradores metropolitanos. Nuestro problema es la pobreza y el sometimiento; y sin política, sin movimiento revolucionario, no es posible transforma la estructura social y económica y, de paso, abrir el camino para la investigación, la ciencia aplicada, la tecnología en función nacional, popular bien sabe Picón Salas, más por viajado que por viejo, cómo la mejor técnica está asentada en ciertos puntos del país, pero rodeada de miseria y opresión. En medio del taladro de la Creole, el desempleo cunde; junto a la máquina IBM, la estadística sobre producción nacional es raquítica; y muy a pesar de todo lo avanzado y organizado, es colonialismo lo que nutre el anuncio pepsi, la industria química de Dupont, la limpidez alumínica de la Reynolds, las acerías que a gusto del ojo tecnológico de la Koppers no acaban de convertir en "nueva Ruhr" a la Guayana.
Para dominar la revolución técnica, con propósito transformador y patriótico, la juventud tiene que estar excitada, en plan de conquista, primeramente que nada.
3."El robo de los cuadros me produjo indignación".
La santa indignación, virtud que de pronto ha brotado en la "élite" venezolana luego de haber dormido apaciblemente a lo largo de asesinatos y manifestaciones abaladas, encarcelamientos y torturas, robos Panzarelli y escándalos pornográficos, se ha apoderado, también, de nuestro trashumante embajador de la cultura. Menos mal que él mismo confiesa cómo la prensa francesa se comportó comprensivamente y no dijo las "atrocidades" que esperaba ¿Y de qué otro modo podría ser? En Francia hay suficiente inteligencia y claridad más lo sabe Mariano Picón Salas, magíster en estas cosas, que nosotros, simples observadores en lejanía— para no caer en las barrabasadas culturalistas de la VG o en la estética infusa del señor Gobernador, gran capitán de sardinas tan apto, según parece, para dividir a los ciudadanos venezolanos en tres categorías constitucionales como para opinar sobre Cézanne en el Hotel El Conde.
Al tiempo que Don Mariano, con ese gesto tembloroso en las manos y eso displicente remembranza del Lago Leman, sobaba el lomo del último libro de Raymond Aron, un joven alopécico y doctrinal en cuya voluntad se aloja un ave ubicua que tan pronto anida en los centros bancarios como vuelo a los pantallas de la televisión, se dio a la tarea, que hasta ayer fue privilegio del gobierno y ahora, al parecer, de una cierta oposición, de descalificar a la "extrema izquierda" y administrarle extremaunción, para quedar en pie tan solo, pero muy solo, un frente de las finanzas y grandes cacaos como administradores a distancia de la sangre del pueblo e inevitables recolectores de la cosecha de crimen oficial.
Frente a la fina figura de Picón Salas, doctorado desde hace tiempo en la diplomacia, Escovar Salom es una irrupción tambaleante. No es posible ser sociólogo, financiero, director de escuela, forjador de frentes políticos, gran juez y otras cosas si, apenas unos años antes, no se era sociólogo, ni financiero, ni director de escuela, ni amigo de la política, ni juez de nada ni otras cosas. Los méritos se acumulan, y si esto es tan verdad en la Unión Soviética como en Venezuela no será suficiente argumento poseer espacios televisados y columnas en los mejores diarios para excluir de un país a sus mejores gentes, para exilar en su propia patria a centenares de miles de venezolanos.
Aunque en esta oportunidad Don Mariano tuvo la circunspecta habilidad de no opinar sobre Cuba, puesto que ya lo hizo en otra ocasión sin el tino que se le exige a sus años. Escovar Salom, más joven y ciertamente desbocado por aprisionar algo que se le va de los manos, repitió falacias sobre el "fidelismo" y los jóvenes venezolanos. No es la primera vez que Escovar Salom incurre en estos calculados ataques. Y acaso no se necesita leer mucha sociología y ciencia política para empobrecer al periodismo venezolano con afirmaciones tan de la mentalidad del Ministro tachirense como ésa de que nuestra juventud ha adoptado la "metodología cubana". Oponer la violencia a la violencia, nos parecía que era tan viejo como la historia y, en todo caso, desde Marx y no desde Fidel se viene hablando y escribiendo sobre el tema con cierta regularidad.
Paro la lógica avisada y gerencial de Escovar, oposición que no sea como la suya — libresca, más que oportuna oportunista, excluyente y goda — y que, por tanto, intente pelear en el terreno en que ha colocado la pelea la espesa capa gobernante, "ya no es oposición sino un grupo armado en conflicto con el Estado. ¿Y quién ha dicho, como no sea una ciencia política ad hoc, que por armarse una oposición deje de serlo y que combatir a una claque, a un partido enquistado o a una política particular signifique "lucha contra el Estado"? Para arribar a conclusiones como las de Escovar, el exministro Dubuc necesitó menos tiempo y a la par que inventó el "popularazo" escindió a la oposición en dos partes arbitrarias, una la "constitucional" y otra lo "insurreccional".
El 23 de enero, para la gente del pueblo, significó funerales. Porque pueblo es el montón que los políticos de última hora pretenden utilizar como capital electoral o tema para gozosa literatura. El pueblo del "agite" y la guazábara que cree en la libertad porque se siente oprimido. En cambio, para otros, el 23 de enero fue puro aparato litúrgico. Desde alguna "suite" del Tamanaco o amurallado tras modernos escritorios de una financiadora, la ola de las masas puede mirarse con desdén, y con miedo, y con aterrada conciencia, por lo que condenarlo es casi un ritual, una necesidad íntima y profesional.
Para quienes caminamos por las calles vigilados por señores con cascos y fusiles, esa ola, ese pleamar, reventará un buen día en una costa gloriosa. Y sobrarán entonces determinados consejos.
...Mientras estas cuartillas esperaban turno de imprenta, otro personaje de la Trinidad Consejera irrumpió en páginas de periódicos y en canales de televisión, luego de haber saltado de Francia a Yugoslavia y de Belgrado a Harvard. Lo que no se veía en este país desde aquellos días de "unidad" pudo lograrlo el tercer personaje: amplia publicidad en el diario oficioso y en el de Raúl Valero, pero acogida también en el disidente mercantil que llaman Cadena Capriles. ¡El poder intelectual — y a veces el dinerario— es llave para muchas puertas!
Como siempre, su tema de primera plana —junto al recordatorio galleguiano y el apóstrofe contra la "politizada juventud" — fue la amargura por Venezuela, desagradable sabor que el escritor acostumbra azucarar con temporadas en ultramar. Por si fuera poco, ya anuncia el regreso, la cura por anticipado, para así evitar la caída en el "activismo político".
Ciertamente, desde que la libertad de elección había sido elevada a categoría filosófica, ningún escritor había sido tan terco en la escogencia. Ante el drama de su país, este poeta escoge y lo que escoge siempre es la huida, el "reposo", como gusta decir. Algo así como un Zenón del betancourismo. En alguna parte llamaron a esto comodidad. Aquí, no obstante, tiene otro nombre.
Lo que muestra este viajero para explicar sus trashumancias críticas, sus idas y vueltas, es un desigual conjunto de obras frente al cual supone él desolación creadora y “ansias de fregar al enemigo político". ¿Son sus poemarios buenos o malos, incitan o provocan indiferencia sus ensayos críticos? Ni lo uno ni lo otro se ha dicho por parte de nuestro bando y tal vez de aquí surge el resentimiento de quien a las calladas y a grito herido se ha quejado de una presunta conspiración de silencio en torno a su obra, a partir de “Nuevo Mundo, Orinoco". Tal reclamo no es más que aletazo de vanidad y pérdida del sentido histórico. A nadie se le puede obligar a opinar sobre testimonios poéticos ajenos y, aclaremos de modo rotundo, si nosotros tenemos oportunidad de comentar algo — y conste que es limitada oportunidad— no la vamos o desperdiciar así como así: lo hacemos para impulsar corrientes estéticas que consideramos fundamentales y para atacar vicios terribles del régimen que nos tapa la boca policialmente, nos encierra en calabozos y tiene todavía la desfachatez de pregonar, a través de voceros pagados o gratuitos, libertad de prensa y engranaje democrático.
¿Es culpa nuestra que el escritor pierda público, es táctica de ese grupo de escritorzuelos que solo alaba a los comunistas? Si lo piensa así le advertimos que la pirueta no engaña al saltarín ni el juego de manos al malabarista. En el escamoteo de la verdad, olvida que si no lo leen es porque, en este momento, nada tiene que decir, y si no lo critican es porque está fuera de la zona de interés. Además, quien viene a juzgar cómo se mata en Venezuela y cómo podría formarse un Frente Anti-Fidel, resulta una doble e hipócrita combinación de juez imparcial y de incitador a la parcialidad. Lo que pide es que no nos ensuciemos las manos en la defensa de nuestro patrimonio y que vayamos, por otro lado, teñido cada dedo de indignidad, a suscribir un pacto contra la Revolución. Esta proposición la negamos en sus dos partes: a) Los intelectuales comprometidos no están en plan de canje, de cambiar la "libertad" de crear por la ausencia, la fuga, el retiro de los problemas reales; b) Los frentes anti-fidelistas, integrados por lo peor del país, están en capacidad de acoger al viajero en sus filas: hay suficientes OLAS, Frentes Femeninos, Cadenas, Embajadores, gerentes azucareros, burós sindicales, socialcristianos a la medida, que recibirían, alegres, al nuevo candidato. Lo que no hay, y esto es bueno que lo sepa, es pueblo dispuesto a la traición, juventud canalla.
Neuróticos o lúcidos, con obra ocasional o comprometida, nuestro mérito reside en que enfrentamos la verdad en nuestra propia y violenta tierra. No hemos trazado la raya después de lo cual es fácil eludir la responsabilidad. Tampoco tememos que la sangre al caer nos salpique. Aquí quedaremos.
Sanoja Hernández, Jesús. "Fue un día catorce"
El batallón más corajudo estaba formado por jóvenes.
La guarnición realmente inexpugnable era aquella de la ciudad.
El fuego certero provenía del bosque y a veces del mar.
Por azar, los hombres pelean en medio de jardines e inmundicias
o son una especie digna de concentrarse en las esquinas.
Brava pelea, dijo entonces el barrendero; perros, coreó el cura.
Y la niña hizo un nudo en la falda. Y los soldados pasaron.
Toda la muerte nos suponía como parte que embriaga y tumba.
Todos los procesos eran válidos: insalivación, gangrena, miedo,
mientras esto fuera ESTO y el cielo disparara sus rayos.
Guerra a guerra, ha pasado el puente, jugo de corazón de pájaro,
detente, corramos al Palacio, hay que colgarlos, mátalo,
lenta cerrazón de ojos y válvulas cuyo aleteo nada significan
para imperios futuros, fundados en la gloria, nada, nada,
establecidos a perpetuidad como una inmensa mancha de sol.
Nada, nada.
Paz de momento, paz en dos, finalmente partida por mi alma,
desnudo cuerpo de mujer pero luego expuesto a la luz y al agua,
paz que no durará, metafísica o física, gran número, el océano
parpadeando como un aviso nocturno. Paz inútil, grieta.
Y seguirá la batalla, la estruendosa caída de una flor.
Desde la farmacia, son las seis de la tarde, es lunes,
pobre Congreso, pobres policías, pobres pacientes defensas
de este abismo.
Nunca fue tan bella, sin embargo, nuestra ciudad.
Sanoja Hernández, Jesús. "Ideología de un poeta"
Sin sintaxis descoyuntada, ni nueva ni asombrosa, con comas intrusas y puntos huidos, "Dictado por la jauría", excelente libro, condensa una ideología, revela una existencia. Sin rodeos, ¿ante qué estamos?
Los métodos: Amorales, existencialmente aceptables, pero carentes de esperanza; insinceridad evidente, a mi modo de ver y conocer, al proclamar toda clase de medios. El poeta es incapaz para la violencia y por eso las costumbres han hecho de él un funcionarlo.
Lo diario: Inevitablemente es la vida y ¿qué vale decir de la vida en forma alusiva como si lo rutinario no fuera ella? Lo es. Desde el despertar hasta el nuevo asedio del sueño. Pero el poeta mira esto con odio que no califico de valiente. No es apto para la posesión hedonística de los quehaceres, de la ciudad y la función. Pide clemencia. Nueve de cada diez personas se la concederán porque se está pagando un tribute vacilante a la obligatoriedad de vivir. No yo; soy un décimo que objeto y protesto casos como éstos.
¿Qué es? Dos líneas perfectas "un ángel una obra de arte un ser humano", y la otra: "conciencia de ese equilibrio de arco peligrosamente tendido a que me condena un pensamiento a punto de dispararse". En tanto este intento de precisar lo que el poeta es, resulta de irrefutable factura, no así la literatura biológica que lo rodea. Dos líneas son suficientes para golpear el abismo.
Los modales: Son los modos, pero en vida civil toman el nombre de modales. El poeta no miente: miente los actos con una síntesis prodigiosa. Es lo más loable del dictado, lo más eficazmente verdadero.
¿Presa o verdugo?: Participa de una convención que sería conveniente arrojar de una vez por la borda. Si se puede elegir; no es una imposibilidad escoger. Hasta retaría al poeta para que reflexione y dictamine si ha escogido o no. No debe existir temor para nadar contra la corriente; presa o verdugo de sí mismo, es posible; pero no de la opinión unánimemente aceptada.
La salida de casa: Cuando el poeta sale de casa se le ve más tolerante con la vida. En el descendiente, los actos de comer, contemplar la multitud, levantarse, no parecen ya tan externos y punitivos como antes. Que se proclame una dicha no encontrada todavía no es demasiado convincente. Porque esa dicha no será lograda tampoco arriba del cielo, dentro de él, fuera de él.
La ideología del poeta no la comparte el crítico; parte de sus modales y de sus salidas a la ciudad, sí. En cualquier caso, es hora de apreciar todo aquello que nos parece impuesto y que en realidad somos, en esta oportunidad, en esta ciudad o en otra, y nunca más. Nunca.
Silva, Héctor. "La misa del cielo negro. Fragmento"
INTROITO
(para los fieles que no trajeron Misal)
Esta es la Misa. Del cielo negro. El recuerdo de un sacrificio, la renovación de la muerte sobre una piedra y entre cirios. El mundo se pudre, los planetas se detienen enredados en las raíces del Mal. El Diablo enarbola su rabo y tras sus senos de clorato hace ladrar las llamas. Miremos el cielo que la tierra es miseria. Miremos en la tierra la miseria del cielo. Acércate al Infinito donde termina el hombre. ¡Feligreses, súbditos, lacayos! Esta es la misa. Ora pro nobis.
I
INTROITO AD ALTARE DEI
El ciclo negro, negro. Ni una estrella, ni lunas artificiales con pilotos mecánicos, ni tubos de neón con sus colores para prostituías, ni lámparas de petróleo en las calles con huecos. Una bruma espesa emerge del Consejo de Ministros. Todos piensan en su pueblo como yo pienso en la división de las bacterias o en la deyección de los mosquitos. Está reunido el Gabinete. Los Ministros tienen las cabezas largas como unicornios de ojos blancos. Sostienen una tea en la mano para iluminar la marcha de los alimentos para la paz y forjar la alianza para el progreso. Alimentos para los muertos y alianza para el ojo azul del yanqui. Los Ministros discuten un decreto para salvar al pueblo, los Ministros eyaculan en la vagina de las brujas y se quedan vacíos y contentos. Los Ministros rompieron el virgo de las brujas y les pusieron algodones para atesorar la sangre y facilitar el parto de la legión de Judas. Estamos en Semana Santa. Judas asaltó los sindicatos. Judas es hijo de los ministros y las brujas. Judas en el sindicato mata y vende. Judas defeca remitidos de una página en los grandes diarios. Judas tiene policías. Judas tiene corona. La sangre de Judas es un tesoro, la sangre del pueblo es una mierda. ¡Viva Judas!
Las balas atraviesan las cabezas
Kyrie eleison
Las cárceles se comen a los presos
Kyrie eleison
Las ratas muerden a los niños
Kyrie eleison
Los gusanos penetran los pies
Kyrie eleison
La bombas aplauden a los muertos
Kyrie eleison
El cielo negro. No hay luces de neón. Los perros calientes no me gustan con cebollas. Los harapos de un niño me piden una locha. Vienen niños desgarrados, vienen niños, muchos niños, vienen las manos de los niños, vienen las patas sucias y el ombligo al aire. ¿Hay alguien que ame los ombligos? Vienen las bocas de los niños mascando las palabras entre los dientes cariados. Giran millones de niños en torno a una salchicha. Un vértigo de niños, el himno de la alegría en la sinfonía coral. Los cerros están viejos porque bajaron todos los niños a subir al palo ensebado de la salchicha. Tomate y mostaza. Dejad que los niños se acerquen a mí. Hélice sin mar, niño con hambre. Hélice sin aire, niño muerto.
El celebrante es un ojo azul de cabellos rubios. El celebrante viste traje de luces: tiene casulla, bonete, estola, tonsura y bebe vino. Al pueblo le duelen las rodillas. El pueblo tiene muchos años caminando de rodillas mientras el celebrante oficia de espaldas y medita en el coito de sus escorpiones. Los monaguillos del celebrante no se llaman monaguillos. Se llaman Ministros, Presidentes. Gerentes, Cardenales. Los cardenales odian la crueldad, el materialismo de las bestias. ¡Oh pájaro divino!
Silva, Ludovico. "Bala Inversa"
¡Considerad, señores del jurado, la indignación de las
hormigas al pensar en la resurrección de
la carne!
¡Considerad la tos de los mosquitos!
¡Considerad que la idea de Dios es como
inmensa
nalga sobre nuestros cerebros!
¡Pensad en el beso del pez espada!
¡Acordaos del jabón judío en Maidanek!
Pensad que si al globo terrestre se le cayera al cielo
toda el agua, bien podría ser que quedase
como una manzana mordida.
Imaginad árboles que vuelan,
bayonetas que aman tiernamente,
teatros invertidos, vacas góticas.
¡Señores taumaturgos del jurado, imaginad por Dios
un bombardeo sobre un cementerio!
Considerad la tristeza evolutiva de los antropoides si
supieran que van a parar en ángeles ex-
terminadores.
¡Imaginad a un asno bebiendo vino, o bien ponedlo
al lado de un violín!
Pensad en balas tiernas y cañones llorando.
Haced que os quepa en el cerebro el Japón Occidental.
Imaginad si podéis una iglesia sin truenos y relám-
pagos.
¡Imaginad la paz americana, el hierro de madera!
Pensad albas de hierro, escobas tristes,
un grito o una mano perdida en el pacifico,
el susto de un 8 al acostarse.
Pensad en mi país. Y juzgad.
Caracas, 1962
Suarez, Ana Irene. "Insomnio"
He pasado la vida escuchando veladas canciones
gritos entre apagados y estridentes
girando entre espíritus condenados a muerte.
Canciones vagabundas de internados y seminarios ausentes,
coros acompasados por correrías de ratas.
Hoy pecan sobre mí.
Calle Mayor, Hiroshima mon Amour,
poemas trágicos vividos todos.
Regueros de niños que no saben reír y llorar,
solo giran sus ojos sobre el hambre.
Circundada por mi conciencia en un pozo oscuro
a quienes, han de morir les he señalado el camino de la
[verdad
en donde suele rondar la muerte.
Suarez, Ana Irene. "Poema"
Nosotros no fuimos enviados a ningún país hermano o so-
[cialista.
Colgados fuimos en la plaza mayor
con las tripas al aire,
los brazos cercenados y los ojos roídos.
Me escarnecieron
sal y vidrio machacados sobre mis heridas
y flores envenenadas florecieron en mi piel.
Paseáronme desnuda por calles y nadie abogó por mí. Fue entonces cuando vislumbré el verdadero camino.
Convulsionado mi ser,
trabajo y amor aderezaron mi cuerpo abrillantado por el sol.
Cabalgando sobre nuestro martirio
troté por calles hasta hacer brotar luz,
mas alguien a quien antes hube de dar vida
se encargó de echarme a la fogata
y de nuevo se apagó la voz popular.
Villegas, Samuel. "Estercolario"
Suelen alimentar las hierbas. Las vacas sagradas deben estirar sus pulidos belfos hasta la tierra, y sus bocas divinas, desde donde los necios esperan ver saltar la sabiduría y la belleza, deben masticar, deben deglutir para alimentar el inmenso cuerpo de la estafa. Pero es varia la suerte de la hierba: una es asimilada y otra en excreto deja un abono que sirve para el crecimiento de la musaraña y la anarquía de los surcos tan duramente trabajados. Y las vacas sagradas no saben, como los gatos, esconder sus inmundicias.
COMO FABRICAR UN POEMARIO PREMIADO. (Consejos útiles para las amas de casa.)
1. Baraje las siguientes palabras que de suyo son poéticas y apetitosas: nubes, catedrales, cielos, vientos, infinito, lámparas, orillar, rebaños, metales, claridades, pisadas, hierbas o yerbas, huesos, trigos, espigas, bíblicos, césped, soledad, agua, golondrinas y mariposas.
2. No importa que no tenga nada que comunicar, enrede en la mejor forma la idea que tenga, ponga la frase distorsionada, diga que todo es "más", y trate de hacer las mayores exageraciones que pueda. Ej.: "ésta es la rosa que ascendió, cantando entre los árboles ligeros del tiempo hasta el campanario blanco de la luna". Que quiere decir: Esta rosa subió cantando hasta la luna. Si no comprende recuerde que estamos en la época de los descubrimientos siderales. Para exageraciones fáciles, conseguir algunas semejantes a éstas: "más allá de las nubes", "más allá del recuerdo", etc.
3. Deje que espese y hierva de nuevo.
4. Deje reposar un rato, después coloque algunas de estas cómodas muletillas poéticas con las palabras indicadas en el aparte a):
ORILLAS: “Por la orilla del mundo” (puede ponerse doble cantidad), "en la orilla del mundo", "por la orilla del viento", "por la orilla de la yerba", "orilla pasajeras de los sentidos", "por la orilla de mi sangre", "como una mariposa por la orilla",
PISADAS: "secretas pisadas", "tus pisadas están llenas" (no diga de qué), "pi- sadas de agua", "pisadas di ceniza", etc.
CÉSPED: "desata en el césped", "este viejo césped", "avanza sobre el césped", "césped solitario", "que hizo el césped".
TRIGO: "paz de trigo", "radiante trigo", “fragante trigo", "esconde el campo sus trigales", "trigal en la brisa", "transparencia del trigo", "la tarde sobre el trigo cae", "mira la tarde sobre el trigo", etc.
AGUA: (es un elemento muy útil, pero cuide de poner mucha porque puede aguarle la consistencia) "el agua apacienta", "los espejos, el agua, y la mitad del tiempo", "brillo del agua", "temblor del aguas", "pisadas del agua", "aguas tristes", "hermana con el agua", "aguas del tiempo", "agua sin su plumaje", "aguas abandonadas", etc., etc., no se le vaya a ocurrir poner "aguas negras", el I.N.O.S. podría cobrarle Derechos de Incorporación.
YERBA: "el temblor de la yerba", "la yerba no se siente", "yerba iluminada", "sobre la yerba y el universo", "cruces de la yerba", "abandona la yerba" (hace da- ño), "tiende tu corazón sobre la yerba", "la yerba sube", etc.
REBAÑOS: "Infinitos rebaños", "rebaños de espigas", "oscuros rebaños", "guardan tus rebaños", "rebaños de panes carbonizados".
ARENAS: "quietas arenas", "solemnes arenas", "arenas del viento", "resplandor de arena", "tus anchas arenas", "claros arenales", "palpitantes arenales", "arena blanca de mis huesos", "bodas de los arenales", "rostro de la arena", etc.
CLARIDAD: "claridad del alba", "claridad del amanecer", "claros arenales", "la claridad a los bueyes" (cuide no utilizar esto en un poema político).
MARIPOSAS: "mariposas de espuma", "nos duele el aire, la vida, la mariposa", "el puerto y la mariposa", "delgado país de las mariposas", "como una mariposa por la orilla", etc.
GOLONDRINAS: "golondrinas curvadas", "no existió la golondrina", "bajan ríos de golondrinas", "golondrinas del medioevo", "la alegría de las golondrinas" o "guarda tus golondrinas" (¡ojalá!).
5. No olvide colocar un adjetivo antes o después de las palabras indicadas, verbigracia: "metal viajero", "metales secretos", "metal invisible", o bien: "desolados trajes", "iluminados trajes", "trajes disecados".
Estemos seguros que siguiendo estas reglas usted será candidato a un premio nacional. Usted no necesitará tener talento, usted no necesitará tener sensibilidad, siga nuestros consejos y convénzase.
Los ejemplos del recetario fueron tomados del libro "HEREDAD JUNTO AL VIENTO", Premio Nacional 1959, de Juan Manuel González.
SIN COMENTARIOS.
"Desde el punto de vista político, en una América latina convulsionada por la crisis, Venezuela es una especie de Isla de la Tranquilidad…
…No tengo dotes de actor. Soy un hombre profundamente sincero. Lo que estoy diciendo pueden usted creérmelo." Rómulo Betancourt "Confianza en el Presente y el Porvenir de Venezuela".
UNA DE SERIEDAD CRÍTICA
"Un contemporáneo suyo, el novelista Miguel Eduardo Pardo, autor de "Villa brava" y de "Todo un Pueblo", había sabido recoger con firmes trazos realistas...” (Son dos títulos de un mismo libro).
Mariano Picón Salas "Formación y Proceso de la Literatura Venezolana".
FRASE QUE TAMBIÉN FUE RECENSADA
"Ya los costumbristas, finos y ágiles acuarelistas de la vida criolla, habían indicado el camino por seguir."
Pedro Díaz Seijas "Orientaciones y Tendencias de la Novela Venezolana".
Villegas, Samuel. "Saloma"
Saloma, de Alfredo Chacón, es un poemario en dos partes: Preludios, con diez "composiciones", y Saloma, que le da nombre al libro, dividido a su vez en tres secuencias. En Preludios da la impresión de conseguirse uno a la vista de un autor con todo el poder descriptivo de un pintor detallista. Los trazos salen inconexos a revelar todo lo que pueda circundar a un paisaje y el sentido de la palabra parece volatizarse, convertirse en un simple tono o un simple color. Esta característica dominante en todo el poemario, es a la vez su gran descubrimiento y su gran falla. El primer poema, por ejemplo, no pasa de ser un buen ejercicio de sintaxis experimental, en el cual el esfuerzo realizado para eliminar el artículo y los términos de comparación, endurecen y dan a desgana un estilo de telegrafía poemática. El regodeo en el sonido de la palabra, el temor demasiado delicado de llegar a repetir construcciones anteriores y un obcecado innovar no dejan salir sin dudas al poeta que se esconde tras estas incorrecciones estilísticas y estos experimentos estériles que hacen perder la frescura a las imágenes. La intimidad, el traslado poético, la comunicación, se pierden en un oír llover sonidos, y la impresión final decae hasta dejar de ser poética para convertirse en un duro ejercicio de fonología.
En Saloma, más liberado de ese tomar la palabra como signo solamente, el poeta queda al descubierto. En este poema ha sido más verazmente artista porque el experimento parece haberse superado, y el poeta trabaja como poeta y no como músico, como poeta y no como pintor, aunque algunas construcciones muy rebuscadas todavía hacen retorcerse duramente las metáforas y endurecen notablemente su estilo.
Villegas, Samuel. "Una manera de ver y nombrar"
Quien lea el libro de Caupolicán Ovalles después de sonreír o enfurecerse seguramente estará llamado a la reflexión. Algo se ha roto aquí: tras la soberbia nacerá con certeza la inquietud, tras la sonrisa podremos adivinarnos con nuestros rostros perseguidos y postergados. Y es que la fórmula de lo imposible ha dejado de ser una simple manera para llegar a convertirse en una actitud. La burguesía que creyó haber surto definitivamente el navío inquieto de la humanidad en puerto favorable a su insaciabilidad, ha visto esfumarse su esperanza de una concepción ética y científica de la vida, regida por la Razón, el progresismo y el formalismo democrático. A lo primero se han opuesto el irracionalismo y la dialéctica, al pro- gresismo la planificación económica y a la democracia formal el socialismo científico. Algo se ha roto aquí: las reglas que normaban para la eternidad, leyes sociales, morales, usos y reglas estéticas, son desafiadas y vencidas una vez más. Nadie en nuestros días, parece estar contento con el código sagrado de la enjoyada cultura de bisoñé que es la llamada cultura occidental. Nadie parece dispuesto a dejarse seducir por los ñoños consejos de los académicos, de los pretendidos maestros y los gobernantes de dignidad subdesarrollada (si a esto puede llamarse dignidad). De improviso todos se sienten tentados no solo a épater le burgeois sino a borrarlos del mapa. Cada quien colabora en comprobar la existencia de la noción de un sistema en corrupción, de un mundo de estímulos desesperantes y opresores que se destroza a sí mismo rindiendo terribles y sangrientos sacrificios a un interés minoritario y deshumanizado. La motivación de los que insurgen en esta situación es siempre la misma, llámese guerrillero u opositor legal, poeta de evasión o poeta de imprecación. Solo cambia la actitud, algunas pueden ser valientes, otras pueden ser cobardes; unas auténticas y otras postizas. La obsesión de la literatura del mundo colonial y semicolonial es consecuencialmente, comunicar el status que le circunda, lograr lo que se ha llamado la Literatura Nacional, que en el criterio de los escribanos de aldea ha sido traducido a un torpe lenguaje costumbrista o nativista, a una visión con ojos de sacristanes canonizados. Pero el esfuerzo del escritor en este sentido se pierde en la creación de la onomatopeya lingüística, su vocación de escritor se trastrueca en la vocación de un filólogo o un folklorista. Así, por ejemplo, en el caso de Juan Liscano, que es demasiado burgués para tener una verdadera vocación de folklorista y de- masiado pacato para hacer un arte universal, apenas se logra ese producto híbrido y sesudo que es "Nuevo Mundo Orinoco". Pero la otra actitud que coincide en sus dos elementos esenciales: valentía y autenticidad, sin proponérselo, logra expresar y comunicar de una manera patente su mundo, sus cóleras, sus debilidades, su espíritu nacional. Y es por esto que Caupolicán Ovalles, proyectado hacia el problema político venezolano y latinoamericano, da un poema colérico auténtico y divorciado del catecismo de urbanidad literaria.
El libro de Caupolicán Ovalles está señalando este camino de integridad y solo decae en momentos cuando hace concesiones demasiado particularizadas y tendenciosas, como la de los últimos versos del poemario o las definiciones hechas con elementos bíblicos que no coinciden con el desgarrado denunciar que es su libro.
Está naciendo una nueva manera de ver y de nombrar. De improviso el hombre latinoamericano parece haberse descubierto a sí mismo y se regodea en la noción de que puede hacerse su propia dignidad sin ir a pedir prestadas las be- nignas limosnas de las Alianzas y el Salvation Army Internacional, sin ir a pedir prestadas autoridades intelectuales a Francia ni a los jefes civiles de la decencia artística y el decoro dramático.
“La poesía escrita en Venezuela está profundamente prendida al país, bien sea por sus cosmografías espirituales y memoriosas, por sus testimonialidades sentimentales o por su confesionalidad –comprometedora y, con frecuencia comprometida-, por la lengua que determinadas poéticas recuperan o que en varios casos alcanzan enorme valía” Joaquín Marta Sosa – Canon de la poesía venezolana: trazos para un mapa